El alcance de la violencia doméstica y sexual en los Estados Unidos es impactante y su efecto en los trabajadores es indiscutible. En un estudio, el 60% de las sobrevivientes de violencia doméstica que respondieron a la encuesta informaron haber perdido sus empleos, y el 96% informó que su desempeño laboral se había visto afectado como consecuencia del abuso.
Las trabajadoras con salarios bajos experimentan abuso en cifras aún mayores. Aunque estas encuestas se realizaron en industrias y ubicaciones específicas, los resultados reflejan la epidemia que enfrentan las mujeres con salarios bajos. Las mujeres conforman hasta dos tercios de los trabajadores con salarios bajos, y más de un cuarto de ellas ha experimentado acoso sexual en el lugar de trabajo. Es menos probable que las trabajadoras con salarios bajos tengan los recursos para reportar la explotación, el acoso o el abuso.
Estas cifras provienen de un cálculo de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) en 2003—el costo sería aún mayor si se calculara en el valor actual del dólar. Para los negocios, la violencia doméstica y sexual se convierten en pérdida de productividad, faltas de asistencia laborales, aumento de responsabilidad para el negocio, y a veces, la pérdida del mejor recurso humano – la vida de una persona. Estos problemas afectan la rentabilidad de los negocios y, abordarlos de forma proactiva es una estrategia para el interés superior de los empleadores.
Una de cada siete mujeres ha experimentado acecho por parte de una pareja abusiva y ha creído que su pareja o alguien cercano a ella podría lastimarla o asesinarla. Lo anterior afecta su habilidad para encontrar un empleo, conservar su empleo o progresar en su empleo, cada una siendo una consecuencia que pone en riesgo su seguridad económica y el bienestar de sus familias.
Algunos empleos, tales como el trabajo de las meseras y otros trabajos que dependen de las propinas para complementar los ingresos, pueden poner a las mujeres en posiciones de vulnerabilidad que las obligan a escoger entre el acoso o las agresiones en el lugar de trabajo y ganar el sustento suficiente para sostenerse a sí mismas y a sus familias.
El alcance de la violencia doméstica y sexual en los Estados Unidos es impactante y su efecto en los trabajadores es indiscutible. En un estudio, el 60% de las sobrevivientes de violencia doméstica que respondieron a la encuesta informaron haber perdido sus empleos, y el 96% informó que su desempeño laboral se había visto afectado como consecuencia del abuso.
Las trabajadoras con salarios bajos experimentan abuso en cifras aún mayores. Aunque estas encuestas se realizaron en industrias y ubicaciones específicas, los resultados reflejan la epidemia que enfrentan las mujeres con salarios bajos. Las mujeres conforman hasta dos tercios de los trabajadores con salarios bajos, y más de un cuarto de ellas ha experimentado acoso sexual en el lugar de trabajo. Es menos probable que las trabajadoras con salarios bajos tengan los recursos para reportar la explotación, el acoso o el abuso.
Estas cifras provienen de un cálculo de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) en 2003—el costo sería aún mayor si se calculara en el valor actual del dólar. Para los negocios, la violencia doméstica y sexual se convierten en pérdida de productividad, faltas de asistencia laborales, aumento de responsabilidad para el negocio, y a veces, la pérdida del mejor recurso humano – la vida de una persona. Estos problemas afectan la rentabilidad de los negocios y, abordarlos de forma proactiva es una estrategia para el interés superior de los empleadores.
Una de cada siete mujeres ha experimentado acecho por parte de una pareja abusiva y ha creído que su pareja o alguien cercano a ella podría lastimarla o asesinarla. Lo anterior afecta su habilidad para encontrar un empleo, conservar su empleo o progresar en su empleo, cada una siendo una consecuencia que pone en riesgo su seguridad económica y el bienestar de sus familias.
Algunos empleos, tales como el trabajo de las meseras y otros trabajos que dependen de las propinas para complementar los ingresos, pueden poner a las mujeres en posiciones de vulnerabilidad que las obligan a escoger entre el acoso o las agresiones en el lugar de trabajo y ganar el sustento suficiente para sostenerse a sí mismas y a sus familias.